¿Cómo se definen el bien y el mal en El Elegido? Comandados por sus respectivos “reyes”, los dos bandos componen una guerra entre personajes que avanzan en busca del jaque constante. En El Elegido, el bien el mal definen por penal.
Palmo a palmo, los héroes y los villanos nunca pierden y nunca ganan. Luchan por una victoria de poder que entrelaza diferentes hilos narrativos que devienen en indeterminaciones, suspenso e imprevistos que no llegan a una resolución, sino a otra jugada.Como en el ajedrez, cada personaje está definido por características bien marcadas (que también se pueden interpretar como los siete pecados capitales). Mariana (Krum) la idealista, Verónica (Bredice) la desequilibrada, Andrés (Echarri) el ambicioso, Oscar (Cruz) el dictador. A partir de su personalidad y de sus inquietudes, cada uno de ellos se relaciona con los otros en diferentes contextos y por diferentes motivos.
Ellos cuatro, Andrés, Verónica, Mariana y Oscar ponen en juego la historia principal. Son “reyes” y “reinas” del ajedrez de esta novela. Los alfiles, torres, caballos y peones se ponen en juego en los subrelatos de los otros personajes: Greta (Antonópulos), Octavio (Di Santo), Roberto (Suárez), Santiago (Seefeld), Lucía (Carámbula), David (Cáseres), etc. Así, cada lazo genera un vínculo o una emboscada y El Elegido puede seguirse desde diferentes focos.
Las “jugadas” de cada “pieza” se revelan como en un libro “Elige tu propia aventura”. El público puede engancharse con la crítica social, la competencia entre abogados, la confabulación de la logia, los encuentros homosexuales o las historias de odio y de amor.Aunque algunas relaciones se constituyen con el tinte de culebrón (de celos y engaño), los detalles de la trama componen una guerra que se despliega con diferentes motivaciones sobre el “tablero” de la ficción. Cada “jugada” tiene sus consecuencias.
Cuando Oscar avanzó con su plan macabro y asesinó a los padres de Andrés (Alfredo y María Bilbao, interpretados por Leonor Manso y Patricio Contreras) el rumbo de los protagonistas cambió sorpresiva y definitivamente. Las alianzas entre los buenos y los malos se rearmaron. La ambición de Andrés se redujo y se transformó en demanda absoluta de justicia. Se acercó mucho más a Mariana y se volcó a cuidar a sus hermanos. La locura de Verónica se acrecentó y Oscar quedó como su único “socio” en una amistad enferma.
Los imprevistos y las transformaciones retratan las pasiones humanas en una historia que en cada capítulo deja el mismo interrogante en suspenso: ¿Cómo seguirá? ¿Cuál será el desenlace? ¿Quién hará el jaque mate?




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