La ficción que trajo de regreso a Pablo Echarri a la tele y que marcó su debut como productor tiene a la ambición y las ansias de poder como motor de la historia. Lejos de los tópicos rosas y “culebroneros”, El elegido cuenta los pormenores de un abogado soberbio que verá su destino surcado por el complot y el misterio.


La nueva ficción del prime time de Telefe cuenta la vida de Andrés (Echarri) un ambicioso y soberbio abogado que sueña con acceder a los círculos más poderosos de la sociedad. Para conseguir su objetivo, el protagonista hace gala de la falta de escrúpulos, es capaz de manipular a su entorno y disfraza sus acciones con un comportamiento seguro y seductor.
La travesía de Andrés hacía su trasformación comienza cuando es enviado a España tras haber salido triunfante en un juicio. En su afán por conseguir lo que nadie pudo, contactar a un poderoso empresario difícil de encontrar, se involucra involuntariamente con una Logia Masónica, que lo sumerge a él y a su entorno en una carrera descarnada para ser “El elegido” a ingresar a un círculo de poder exclusivo.
Si bien la trama de El elegido tiene al personaje de Echarri como centro de la acción, es con su entorno y círculo íntimo con quienes deberá competir, luchar y vencer.
La ficción está signada por el mito de “Los pecados capitales”, donde cada uno de los protagonistas encarna uno de los vicios y las personalidades de todos se rigen por estas mañas.
De esta manera, Andrés es el estereotipo de la soberbia, su jefe (Lito Cruz) se mueve al ritmo de la gula, mientras que sus colegas Roberto Planes (Jorge Suarez), Octavio Linares Calvo (Ludovico de Santo), Greta Salvio (Mónica Antonópulos) y David Nevares (Luciano Caceres) representan a la envidia, la lujuria, la codicia y la pereza respectivamente. En cambio, es en el personaje de Paola Krum donde la ira toma forma, que se encolumna en su deseo por descubrir y vengar la muerte de su padre.



Todos los que forman parte de la trama terminan sumergidos en una carrera que dejará al triunfador ocupando ese espacio de poder que cada uno tanto quiere. Espacio que se conseguirá según como actúen y que el dinero jamás podrá comprar.
Al igual que en Montecristo, donde los paisajes de Marruercos fueron el escenario del puntapié inicial, El elegidonace en las calles de Madrid, lugar donde Echarri y Krum cruzan sus destinos tras un comienzo que los encontró en bandos diferentes y antagónicos.
Ya sea por situaciones similares que generan una reminiscencia externa, El elegido trae a la memoria episodios sucedidos en el film ”El abogado del diablo” o cae en lugares comunes típicos de las novelas de intriga y misterio simil ”El código Da Vinci”.
En su primera incursión detrás de las cámaras, Echarri puso énfasis en plasmar en pantalla el nivel de producción, grabando en escenarios emblemáticos como el edificio de Tribunales o dando rienda suelta al director para conformar la estética. Esta estuvo a cargo de Carlos Luna (Resistiré) que experimentó intercalando imágenes en blanco y negro y utilizando planos inusuales en televisión (en especial cuando se presenta la identidad de los personajes y los pecados que signan sus acciones).
A diferencia del grueso de las telenovelas, El elegidos exige de su televidente un nivel de atención casi exclusivo. No es una producción para mirar al pasar, sino que es necesario sentarse a verla. La trama se revela de a poco, en los detalles, y todas las escenas traen a colación elementos que fueron insinuados anteriormente o, por el contrario, que tendrán importancia más adelante.
Este “contrato entre ficción y espectador” tiene que vencer un obstáculo: la época del año, ya que muchos abandonarán el hábito de mirar tele por un par de semanas, durante las vacaciones. Pero también le juega en contra lo mal acostumbrado que está el televidente, que tras tanto impacto sin sentido muchas veces no puede (o quiere) prestar atención a algo durante más de cinco minutos.

(television)

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