Cuando un momento de paz es el deseo, bandera blanca. Para que haya un espacio de tregua entre enemigos, bandera blanca. Cuando una embarazada necesita que el tránsito se abra paso y le de prioridad, bandera blanca. Cuando murió Néstor Kirchner, bandera blanca en la televisión argentina.
Desde el mismo momento en que un rumor molesto e inquietante se convirtió en noticia, los cinco canales de la TV abierta sacaron a relucir en sus pantallas sólo trozos blancos de tela.
Con más apuro unos, y con más cadencia, otros, todos se hicieron eco de la triste novedad, con respeto por la información vigente, utilizando similares recursos, y haciéndose a un lado de las disputas mediáticas que últimamente enfrentan al Gobierno con los medios.
Los conflictos pasaron parcialmente a una mejor vida, para cederle el protagonismo al dolor de sus compañeros de militancia, de los antiguos integrantes de su gabinete, de la porción de artistas que apoyan el modelo gubernamental que él inauguró en 2003 y que hoy continúa su esposa, pero también a los opositores, que firmaron la paz por un día y sólo se dedicaron a resaltar sus valores políticos y patrióticos.
Como si hubiese habido una reunión de producción entre los cinco, se pudieron ver los mismos testimonios, las mismas imágenes, el repaso de su gestión, pocas especulaciones sobre lo que vendrá, la reacción de “la gente”, el desazón de “su gente”, la sorpresa masiva, y la inquietud de adherentes y críticos.
Respeto, ubicación, tregua temporal, recuerdo prolijo, palabras sentidas, levantamiento de programación unánime, tratamiento más que similar y una gran bandera blanca flameando en esta especie de cadena nacional, que supieron tejer todos los canales para despedir a un líder político nacional.
Un deber ser periodístico logrado.
(television.com.ar)
0 comentarios